En un mercado saturado de bebidas prefabricadas, Green Flamingo irrumpe con una propuesta que conquista por igual al paladar y la vista. Este cóctel ready to drink no es solo una bebida: es una declaración de intenciones. Frescura, diversión y sabor tropical en un solo pack que cabe en la mochila y cabe, también, en una nueva forma de socializar.
El cóctel que va contigo
Diseñado para un público joven y exigente, Green Flamingo se presenta como el aliado perfecto para picnics en el parque, fiestas improvisadas en casa, tardes de playa o noches de festival. ¿El secreto de su éxito? Una experiencia completa en un solo envase: botella de 500ml de aluminio (ideal para dos copas y no se rompe), toppings, vaso reutilizable, lima, azúcar moreno y hasta una pajita de papel. Solo hace falta hielo… y ganas de pasarlo bien.
Tropical, descarado y verde
El nombre no es casual. “Green Flamingo” —flamenco verde— es color, es fiesta, es un cóctel que baila fuera de lo convencional. Su imagen atrevida y su sabor refrescante lo convierten en un protagonista natural de cualquier celebración. Pero detrás del desenfado hay también una intención: las botellas son de aluminio, no de plástico, porque lo verde no es solo un color, sino un compromiso. No contaminan, no se rompen, se reutilizan.

Green Flamingo Mojito
La nueva coctelería, sin barra
En un momento en que la experiencia es tan importante como el producto, Green Flamingo reformula el ritual del cóctel: lo puedes abrir donde quieras, servirlo con estilo y disfrutarlo sin necesidad de coctelera ni camarero. El formato te permite tomártelo a solas o compartirlo, y si no lo terminas, basta con enroscar la tapa y seguir más tarde.
El diseño del pack es elegante pero informal, con un punto canalla. Todo está pensado para que el momento sea fácil, divertido y fotogénico —sí, también es instagrammable— sin perder de vista el sabor. Y ahí es donde también brilla: ingredientes equilibrados, tropicales, con un punto cítrico y dulce, pero sin excesos.
¿El futuro de los cócteles?
Green Flamingo habla el idioma de una generación que busca calidad, inmediatez y responsabilidad. Es el cóctel del ahora: portable, compartible, sostenible y sabroso. Y quizá, sin darnos cuenta, está marcando el camino de la coctelería del futuro: sin barra, sin excusas, sin límites.