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Alcaraz también va en carroza

Tenis | Roland Garros

Igual que Jannik Sinner, el talento murciano atropella a sus adversarios; ya está en la semifinal tras apabullar a Tommy Paul en 1h34m: 6-0, 6-1 y 6-4

Carlos Alcaraz ejecuta un servicio, este martes en Roland Garros

Clive Brunskill / Getty

En la víspera, cuando anunciaron que Carlos Alcaraz jugaría en el turno de noche, los enviados especiales empezamos a mordernos las uñas.

Al profano del tenis le debo esta explicación: el turno de noche es una propina que se regala el torneo. Cuando se pone el sol, la organización ordena desalojar las gradas de la Philippe Chatrier pues ha revendido los pases al público de la noche.

La parroquia, obediente, abandona el escenario y cede su localidad a otro abanico de curiosos. El baile de entradas es un maná. Multiplica por dos el aforo.

Lector, haga usted mismo el cálculo. En cada turno de noche, Roland Garros coloca un nuevo paquete de 15.000 entradas a una media de 400 euros.

¿Fértil, no?

Sí, Roland Garros se aplaude.

Pero el resto lo sufrimos.

A los tenistas, por ejemplo, se los lleva el diablo. Quien juega en el turno de noche observa cómo el día a día se le alarga hasta el infinito y la noche le sorprende soltando raquetazos, dejándose la piel.

A los plumillas, la cosa tampoco nos hace ni pizca de gracia: desde primera hora de la mañana, ya echamos cuentas.

–Si el partido empieza a las 20.15h, que en realidad será a las 20.30h, y dura tres sets, pues justillos llegaremos al cierre de edición en papel, previsto para las 23.45h –elucubro desde París.

Le cuento mis cuitas a Juan Bautista Martínez y Carles Ruipérez, los compañeros de guardia esta noche, y ambos se arremangan: negocian con la dirección del diario, le suplican unos minutos de gracia.

–La rotativa nos esperará hasta las doce como muy muy muy tarde –me dicen.

En mi pupitre en París, cruzo los dedos: ¡Alcaraz, date prisa!

(...)

A las cinco de la tarde, un francés grandote aparece en la pista 2, unos pasos más allá de la Philippe Chatrier, calienta los hombros y espera. Se llama Enzo Couacaud y una nube de curiosos contemplamos cómo agarra unas gomas y activa los hombros.

Couacaud es el 412.º del mundo y es el sparring de Carlos Alcaraz, que entra en el lugar un instante más tarde, saluda a la concurrencia e inicia el calentamiento. La aventura se prolonga por cuarenta minutos.

Un pispás

El murciano despacha a Tommy Paul en apenas 1h34m; en semifinales le espera un ogro, Musetti

Dos horas y veinte más tarde, a las 20.25h (diez minutos después de lo previsto, para qué he dicho nada), Alcaraz (22) vuelve a escena, esta vez ante el gran público. Lo hace en la Philippe Chatrier, el corazón de Roland Garros, a unos pasos de la huella de Rafael Nadal, aquella que descubrieron hace unos días.

¡Cuánto pesa Nadal!

¡Vaya cruz para su sucesor!

Ahora, Alcaraz no está para leyendas. Discute en serio, discute con Tommy Paul (28), pues ambos se juegan el pase a las semifinales, allí donde les está esperando el sensacional Lorenzo Musetti, cada día más crecido en París (mientras Alcaraz calentaba junto a Couacaud, el italiano tumbaba a Frances Tiafoe en cuatro mangas, por 6-2, 4-6, 7-5 y 6-2).

¿Qué hace Alcaraz?

¡Vuela!

No discute con Paul, vamos. Más bien, le dicta un monólogo.

En media hora de tenis portentoso, le endosa un rosco (6-0): aún no se ha puesto el sol y Alcaraz ya le ha roto el servicio al rival en tres ocasiones, y se ha apoderado de más del doble de puntos (gana 33, por los 16 del estadounidense), y ha firmado catorce winners y solo siete errores no forzados.

El castigo es sensacional.

Me animo a compararlo al maltrato que Jannik Sinner, el antagonista del murciano, le había infligido aquí mismo a Lehecka y a Rublev (veremos cómo se maneja el italiano ante Bublik hoy, en el tercer turno, sobre las 16h).

38 minutos y ocho juegos tarda Tommy Paul en sumar su primer parcial, y cuando lo hace al fin ruge la Philippe Chatrier. Es lógico, el público quiere marcha, pero yo quiero ritmo. Tengo prisa por cerrar la crónica, enviarla a la rotativa y servírsela a usted, querido lector, empaquetada y con lacito.

¡Gracias, Carlitos!

Dos fenómenos y tras ellos, el abismo

Sinner y Alcaraz cierran sus victorias con pasmosa facilidad: se abre un abismo entre ambos y el resto

El murciano no afloja, su tenis es perfecto. 

Sigue acelerando, regalando derechas demoledoras, haciendo del estadounidense un ventilador (y ahí va un dato: Tommy Paul no es un cualquiera, es el 12.º del mundo, y el año pasado se había adjudicado tres títulos del circuito, y en su carrera de tenista ha ganado once millones de euros). Paul tiene su peso, pero aquí se ve desesperado: como estrategia, insiste en el revés de Alcaraz. Pero cada vez que pasa al paralelo, el murciano le devuelve una bomba.

Ahora, Alcaraz acumula ya 23 puntos ganadores, hace pequeñito a Paul (para entonces solo lleva cinco winners ): a las 21.26h, el murciano cierra el segundo parcial. Van 53 minutos de partido, esto está hecho.

(Me refiero a la victoria de Alcaraz y al cierre de la crónica).

Queda un set, y este acaba a las 22.08h, y a esa hora entrego la pieza que usted ha leído en la versión de papel y en primera edición.

-Entiendo que queríais ver más tenis, pero yo tengo que hacer mi trabajo -se disculpa más tarde Alcaraz, cuando todo ha acabado.

Uffff, I love this game.