“Si yo soy presidente del Madrid, Figo jugará en el Madrid. Y fíjense si tengo seguridad en lo que digo, que si salgo elegido y Figo no juega en el Madrid me comprometo a pagar a todos los socios la cuota de la próxima temporada”. La campaña de Florentino Pérez a la presidencia del Real Madrid difícilmente podía haber sido más sonada. Hasta el punto que marcó un antes y un después en el fútbol mundial y, por extensión, en el deporte, cuyos históricos valores de identidad y pertenencia se desvanecieron ante el profesionalismo de sus protagonistas, cada vez más alejados de su afición.
Ante un rival a la presidencia blanca como Lorenzo Sanz, que había adelantado las elecciones encomendándose a los éxitos deportivos del equipo blanco tras conquistar su séptima y su octava Copa de Europa –las primeras en color–, el exitoso empresario de la construcción no pudo ser más audaz al lanzar el órdago más osado e inesperado con el que podía competir de verdad con el locuaz dirigente madridista: no sólo se trataba de fichar a mejor jugador del mundo, como lo avaló el Balón de Oro que el portugués acabaría ganando ese año, sino de arrebatárselo al eterno rival.
Al presidente de ACS no le faltó ni habilidad ni visión de futuro. Aprovechó la debilidad de la directiva blagrana, con un Josep Lluís Núñez de retirada que encomendaba la gestión deportiva a quien estaba llamado a ser su sucesor, el entonces vicepresidente Joan Gaspart, y la apuesta por un modelo de negocio basado en los derechos de imagen y los ingresos no operativos para generar más recursos. En este caso, muy necesarios para pagar una cláusula de rescisión de 10.000 millones de pesetas, que entre IVA y actualizaciones rozaba ya los 12.000.
La jugada le salió bien porque el Barça no atendía las pretensiones económicas de Figo y éste se sintió repetidamente menospreciado por la directiva a la espera del relevo en los despachos. Así que cuando su agente, por mediación del también portugués Paolo Futre, le abrió las puertas del Real Madrid todo empezó a encajar.
Si Figo se echaba atrás debía indemnizar con 5.000 millones de pesetas a Florentino Pérez
Figo quería un proyecto deportivo, sentirse valorado y, lógicamente, mejor pagado. Y Florentino, garantías. Unos extremos que pronto se vieron plasmados en un contrato que comprometía al portugués con el conjunto merengue por seis temporadas a razón de mil millones de pesetas limpios cada una de ellas y un 10% de la explotación de sus derechos de imagen, que ni el Barça ni prácticamente él habían explotado. Quinientos de esos millones ya iban por adelantado, contando la comisión de su representante, José Veiga.
Eso, lógicamente, si Florentino Pérez se hacía con la presidencia, ya que ese contrato fue con el candidato, no con el club. Como contraprestación, si Figo se echaba atrás, debía indemnizar con 5.000 millones de pesetas al empresario. Esa venía a ser la cifra de los abonos al Santiago Bernabéu que el candidato se comprometía en su campaña a abonar a todos los socios si no cumplía con su promesa deportiva.

La cabeza de cochinillo lanzada desde la grada en la segunda visita de Luís Figo al Camp Nou
La noticia, que saltó ese mismo mes de julio, cuando tanto el Madrid como el Barça celebraban sus elecciones, cogió a todos a contrapié: a Sanz, a Núñez, a Gaspart y, lógicamente, a las aficiones madridista y culé, que no daban crédito a la promesa del candidato a la presidencia madridista. ¿Sería capaz Luís Figo, estrella y capitán del Barça, adalid del sentimiento blaugrana e ídolo de la afición, a fichar por el equipo rival? ¿Y el amor a los colores?
El jugador pronto empezó a recibir consejos, advertencias y hasta amenazas, incluida la publicación de unas supuestas fotos de su mujer desnuda en Interviú que realmente no existían. Una presión que desde su propio entorno –Pep Guardiola era más que su compañero de habitación en los desplazamientos– le llegó a hacer dudar. Hasta el punto de pedir a Gaspart, según él mismo reveló, que pagase la sanción que le imponía su contrato con Florentino para seguir vistiendo de blaugrana.
Pero no hubo giro final de guion y el Real Madrid de Florentino acabó anunciando su fichaje una vez que el empresario ganó las elecciones. Con una única concesión: que el anunció no interfiriese en las elecciones del Barça, lo que hizo que la oficialización llegase un día después de que Gaspart, esta vez como apuntaban las previsiones, se impusiese a Lluís Bassat en las elecciones a la presidencia blaugrana.
El 24 de julio del 2000, flanqueado por Florentino Pérez y Alfredo Di Stéfano, leyenda madridista cuyo polémico fichaje también enfrentó a Barcelona y Real Madrid, Luís Figo era presentado como nuevo jugador blanco. Se consumaba una traición que la afición culé nunca perdonó. Taciturno y parco en palabras, el portugués dio sus argumentos en una breve rueda de prensa sobre el césped de su nuevo estadio que, sin ser un manifiesto, no deja de ser el documento histórico de una nueva época para el fútbol y que ofrecemos tal y como las publicó La Vanguardia en su día.
También para la historia, la intrahistoria del fichaje recogida en varios reportajes y documentales, la guerra abierta entre la prensa deportiva catalana y los polémicos retornos del jugador al Camp Nou vestido de blanco, con la imagen de la cabeza de cochinillo sobre el césped como símbolo de un cambio de era.
Las declaraciones
–Quiero transmitir que estoy muy contento de estar aquí y que intentaré dignificar al máximo en estos años de contrato y con mi trabajo el nombre del Madrid y espero ser tan feliz como los años que he pasado en Barcelona. Lo que puedo prometer es trabajo e intentar ganar lo que el club y la entidad estén jugando.
–¿Le ha costado tomar la decisión de cambiar de club?
–Es algo que hay que decidir con cuidado. Cuando se cambia de un club como el Barcelona a otro como el Madrid es normal que haya momentos difíciles, pero por encima de todo tengo la conciencia tranquila en relación a que he puesto las cosas claras.
–¿Qué diría a la afición culé?
Respecto a la afición y a la gente que siempre me ha tratado bien en Barcelona, me cuesta un poco más venir aquí. Sin duda, es lo que me cuesta más, pero en relación a la gente que manda, me lo han puesto bastante fácil. Hoy mismo lo han afirmado públicamente.
Espero ser tan feliz como los años que he pasado en Barcelona, por la afición me cuesta estar aquí
–¿Fue una decisión difícil en cualquier caso?
–Sí, difícil e importante, pero por encima de todo en este momento tenía que pensar únicamente en mí.
–¿Y qué dice a la afición del Real Madrid?
–Que en cuerpo y alma intentaré dignificar al máximo el nombre de la entidad y mi propio prestigio y haré todo lo que pueda para que la gente esté satisfecha de mi trabajo. –¿Le habría gustado despedirse del Barcelona de otra forma?
–Sí, es lógico que sí.
–¿Cuándo tuvo claro que venía al Madrid?
–Durante todo el tiempo he estado pensando y mirando lo que era bueno para mí. He aguardado al mejor momento y ya está.
Tengo la conciencia tranquila en relación a lo que he hecho, la gente que manda allí me lo ha puesto fácil
–¿Se imagina el primer día que regrese al Camp Nou con su nuevo equipo?
–Sé que las cosas no serán fáciles en Barcelona. Con una rivalidad tan grande será complicado, pero, como he dicho, soy consciente de la dificultad que pueda tener y tengo la conciencia tranquila en relación a lo que he hecho. Me duele en torno a la afición, a mis amigos, a lo que he dejado allí, pero tengo que pensar en mí y ahora estoy aquí.
–¿Se considera un hombre de palabra?
–Sí, soy hombre de palabra y de hacer las cosas de forma clara. Por eso me gustaría pedir públicamente mis excusas al diario ‘Sport’, porque siempre ha estado al corriente de todo.